“La sociedad kurda no está desarrollada, hay muchas tradiciones
arcaicas, la estructura feudal es dominante y no permite a las mujeres
liberarse. En estas tradiciones, la mujer de la casa es el orgullo de la
familia, pero ese orgullo pasa entre sus piernas. El hombre, que
también es víctima del sistema colonial, en lugar de tomar una posición
de rebeldía contra el sistema, mata a su mujer para descargar su rabia”,
resume, sin medias tintas, la comandante Rengin.
El artículo publicado en Tercera Información titulado “Liberarnos como mujeres para liberar a la sociedad” aborda la lucha armada emprendida por algunas mujeres en la guerrilla del Partido de los Trabajadores del Kurdistan, para combatir por la independencia de su pueblo y por la liberación de las mujeres kurdas sometidas por un patriarcado que marca violenta y profundamente su cultura.
En la publicación La Fogata se afirma que de los 15 atentados suicidas llevados a cabo por esta organización, 11 de ellos fueron protagonizados por mujeres. Las bajas en este tipo de acciones individuales y las causadas en los combates, parece ser el motivo por el cual son aceptadas por sus compañeros masculinos como camaradas en la contienda, tras fuertes resistencias. De acuerdo con el testimonio de una de sus miembras, «Las mujeres mueren todos
los días, así que, cómo no va a calar nuestro mensaje».
Desde nuestra posición privilegiada de mujeres que disfrutan de una libertad y autonomía que muchas ciudadanas kurdas sólo se aventuran hoy a soñar, nos atrevemos a cuestionar -desde el respeto que nos merecen estas guerrilleras y su lucha, en la que diariamente arriesgan sus propias vidas- el planteamiento de la liberación femenina en términos bélicos, validando de esta manera que no hay -en ésta como en tantas otras cuestiones- otra alternativa ni otro punto de vista que esa visión masculina que tiende a resolver los conflictos mediante la violencia.
En todo caso, este movimiento posee unas características que lo hacen realmente singular, puede que único en el mundo. Por ello, te invitamos a aproximarte a este breve retrato de estas guerrilleras feministas.
La administradora del blog
“Liberarnos como mujeres para liberar a la sociedad”
Ni víctimas ni en la segunda línea, sino guerrilleras y en permanente
liberación. Así son las mujeres que integran la guerrilla del Partido
de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). Esto se puede comprobar luego
de recorrer varios campamentos que la insurgencia tiene en las montañas
de Kandil, al norte de Irak. Una de las primeras sorpresas es observar
que la cantidad de comandantes mujeres casi supera en número a los
comandantes hombres. No es algo caprichoso. En el PKK, y en las
organizaciones que dependen del partido, todos los puestos de dirección
son compartidos a través de co-presidencias.
Distribuir las responsabilidades y trabajos en los campamentos no
parece algo impuesto o rígido, simplemente en la cocina o a la hora de
lavar platos y vasos, hombres y mujeres se reúnen y lo hacen. Algo que
no difiere cuando llega el momento de trasladarse al frente de batalla y
combatir, como ahora sucede en el norte de Siria, región asediada por
mercenarios y miembros del Frente Al Nusra, filial local de Al Qaeda.
Rengin Botan, con apenas 37 años, es parte del Consejo de la
Comandancia General de la Unión de Autodefensas del Pueblo (UAP),
organización que agrupa a los guerrilleros y guerrilleras. Antes de
conocer a Rengin, la comandante Beritán nos comenta que esa mujer flaca,
que sonríe siempre y que transmite una fragilidad cubierta de ternura,
es una de las comandantes más respetadas de la insurgencia. Lo mismo
dice Mehmet Alí Dogan, antropólogo que me acompaña. “Cuando ella da una
orden, hombres y mujeres obedecen al instante. Ella siempre está en la
línea del frente, nunca en la retaguardia”, remarca.
En las conversaciones, guerrilleras y guerrilleros coinciden en que
las mujeres en Medio Oriente sufren todavía más la represión patriarcal
impuesta por el sistema, a lo que hay que sumarle la influencia del
Islam más reaccionario que se complementa al capitalismo. Por eso,
dentro de la insurgencia las clasificaciones como esposa, madre o
hermana no son utilizadas. Prefieren el simple “camarada”. De esa manera
buscan barrer con las condiciones impuestas por la “modernidad
capitalista”, según define la guerrilla.
Harun, comandante del PKK, lo sintetiza de esta forma: “En Medio
Oriente hay un proverbio que dice que la mujer tiene su nombre pero no
existe. En las sociedades originarias, de donde venimos nosotros, no
había Estado-Nación y la mujer participaba naturalmente de la sociedad.
La mujer que participa en nuestra lucha insurgente prueba que existe y
como ser humano, sin hablar de igualdad, es un actor activo como todos”.
Contra el sexismo
En el libro “Confederalismo democrático”, el máximo dirigente del
PKK, Abdullah Ocalan, apunta que uno de los pilares del Estado-Nación es
el “sexismo”. En este texto analiza que las mujeres son explotadas y
utilizadas como reserva de mano de obra barata. A su vez, tanto Ocalan
como los guerrilleros y guerrilleras consultadas, destacan que la
liberación de la mujer no puede llegar una vez conquistada la
revolución. En el PKK saben que esa liberación se logrará en el fragor
de la lucha cotidiana, con fusiles en las manos, formación ideológica y
con la convicción de una sociedad más justa.
“Cada mujer tiene sus razones para participar en la lucha, pero
cuando nos reunimos nos transformamos en una sola mujer –desliza la
comandante Rengin-. La liberación de una sociedad la podemos ver según
el nivel de liberación de la mujer. Esta filosofía es nuestro principio:
tenemos que liberarnos como mujeres para liberar a la sociedad”.
Camino a la liberación
“Cada participación de las mujeres en la guerrilla es una expresión
que demuestra que existimos y que buscamos liberarnos. Una mujer
guerrillera está en la montaña porque se siente totalmente libre y
porque vive una ruptura con su historia”, asegura Rengin Botan.
En las dos últimas décadas, dentro del PKK la cuestión de la mujer
tomó un impulso que sigue en desarrollo. Muchos de los combatientes
señalan que la postura de Ocalan de respaldo hacia la participación
femenina fue desequilibrante para comenzar a extirpar el machismo de las
filas revolucionarias.
Crítica al machismo
El comandante Harun explica que siempre “hacemos una crítica radical
al machismo. Donde el hombre esté, sea una empresa o una familia, tiene
poder y dominación total. La lucha del PKK es para transformar al hombre
machista en un hombre normal. La mujer no puede tener un sitio en la
sociedad sin la transformación del hombre machista”.
Cuando fue creada la insurgencia, recuerda la comandante Rengin, “la
actitud de los compañeros hombres era que la mujer sólo podía luchar en
las zonas democráticas y legales, o hacer la comida, pero no podía
entrar a la guerrilla. A pesar de este obstáculo, ingresamos en la
guerrilla y participamos en los frentes de combates. En ese momento no
era fácil, teníamos que demostrar que podíamos resistir físicamente,
comandar un grupo y hacer acciones. Cuando vieron que las mujeres
podíamos hacer todo, empezaron a aceptarlo. Tenemos muchas comandantes
heroínas, que se sacrificaron por una mayoría de compañeros hombres.
Ahora el PKK acepta, gracias a nuestra práctica, que una mujer en las
áreas de guerra comete menos errores que un hombre. El hombre, porque
viene de una historia machista a veces se siente más fuerte y seguro,
pero la mujer es más atenta y analiza punto por punto”.
Los espacios de la mujer
En el PKK las estructuras organizativas tienen espacios particulares
para las mujeres. De las 15 academias de formación, 4 son exclusivas
para mujeres, donde discuten y analizan sus problemáticas. También
existen campamentos y unidades guerrilleras conformadas por mujeres.
En 1993 se formó el primer ejército guerrillero de mujeres, que tuvo
el apoyo total de Ocalan. “Creamos esta formación porque queríamos salir
completamente de la dirección del hombre –explica Rengin Botan-. La
mujer tiene argumentos y razones particulares que el hombre no puede dar
respuestas. El nacimiento de esta unidad permitía una vida social más
equilibrada y ejemplar, y para nosotras fue una revolución”.
“Somos una organización donde las mujeres tienen sus propias
estructuras –señala Harun-. Esto permite a la mujer existir y
participar. Cuando nosotros creamos el partido quizá no había esas
definiciones ideológicas, pero la manera de luchar nos permitió llegar a
estas resoluciones. Muchas mujeres que son líderes han marcado al
partido. En la guerrilla hay formación política y militar, y grupos
guerrilleros para hombres y mujeres. Cuando los occidentales escuchan
esto piensan que es algo arcaico, pero no es en el sentido tradicional,
sino porque las mujeres y los hombres necesitan hablar de sus
particularidades y tener sus espacios. Hombres y mujeres estamos juntos
en cada espacio de lucha. Tenemos un partido de mujeres, columnas de
mujeres, y otras formas de organizaciones. Las mujeres se organizan a
nivel regional, nacional y confederal. En las últimas elecciones de la
Unión de Comunidades de Kurdistán (UCK), las mujeres obtuvieron 63 por
ciento de los votos”.
“En general estamos juntos y cuando una región necesita una unidad
decidimos cuántos hombres y mujeres van. También hay brigadas de mujeres
que están combatiendo en Turquía. Se decide según las necesidades y la
región. En cada comisión estamos juntos, pero en las unidades
guerrilleras podemos estar separados, hay campamentos de mujeres y
hombres, pero cuando vamos al frente nos mezclamos”, finaliza Rengin
Botan.