La posesión de tierras por parte de mujeres campesinas nicaragüenses, rompe con una larga situación de pobreza y dependencia económica del marido, al tiempo que se construye una nueva forma de relación familiar -radicalmente opuesta a la vigente- en la que tanto las tareas agropecuarias y de mantenimiento de la vivienda como todas las decisiones referentes a la explotación de la finca se acuerdan de forma colaborativa.
Para una óptima gestión de la empresa familiar, las mujeres reciben formación sobre cultivos orgánicos y sostenibles, de manera que la unidad familiar disponga de alimentos durante todo el año. Los conocimientos adquiridos son transmitidos por ellas mismas a otras propietarias campesinas y a sus propi@s descendientes, tejiéndose una potente red social de autoayuda en toda la comunidad.
Para una óptima gestión de la empresa familiar, las mujeres reciben formación sobre cultivos orgánicos y sostenibles, de manera que la unidad familiar disponga de alimentos durante todo el año. Los conocimientos adquiridos son transmitidos por ellas mismas a otras propietarias campesinas y a sus propi@s descendientes, tejiéndose una potente red social de autoayuda en toda la comunidad.
La titularidad de las tierras no es compartida: la mujer es su propietaria legal al 100%, con el objetivo de asegurarle su sustento y el de sus hij@s en caso de conflictos con el compañero.
La autonomía, empoderamiento y seguridad que estas mujeres han adquirido con la posesión de sus propias tierras, proporciona a todos los miembros de la familia el bienestar que, tal y como es definido en el documental "Dueñas y Señoras", se obtiene del Buen Vivir.
La autonomía, empoderamiento y seguridad que estas mujeres han adquirido con la posesión de sus propias tierras, proporciona a todos los miembros de la familia el bienestar que, tal y como es definido en el documental "Dueñas y Señoras", se obtiene del Buen Vivir.
Artículo escrito por la administradora del blog
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