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Amy Goodman

Periodista, investigadora, escritora... Ha demostrado que SÍ es posible la independencia de los medios de comunicación y ha dado voz a lxs excluídxs en los mass media. SIN ELLA NO SE MUEVE EL MUNDO.

Vandana Shiva

Doctora en física, filósofa, activista por la justícia global y la soberanía alimentaria... Ha demostrado que SÍ es posible la producción sostenible y plural de alimentos. SIN ELLA NO SE MUEVE EL MUNDO.

Tawakkul Karman

Periodista, política, activista por los Derechos Humanos... Ha demostrado que SÍ se puede luchar desde el pacifismo por la Revolución política, social y de género en Yemen. SIN ELLA NO SE MUEVE EL MUNDO.

Joumana Haddad

Poeta, traductora... Ha demostrado que SÍ se puede trabajar por la secularización de la sociedad, la libertad sexual y los derechos de las mujeres en Líbano. SIN ELLA NO SE MUEVE EL MUNDO.

Leymah Gbowee

Trabajadora social, responsable del movimiento que pacificó su país en 2003... Ha demostrado que SÍ es posible la Paz en Liberia y que las mujeres son sus constructoras. SIN ELLA NO SE MUEVE EL MUNDO.

Ada Colau

Filósofa de formación y miembra visible de la PAH... Ha demostrado que SÍ es posible hacer frente a la ilegitimidad de las leyes movilizando a la sociedad pacíficamente. SIN ELLA NO SE MUEVE EL MUNDO.

Marama Davidson

Activista por los derechos del pueblo maorí... Ha demostrado que SÍ es posible identificarse con la idea universal de la descolonización del Planeta. SIN ELLA NO SE MUEVE EL MUNDO.

Teresa Forcades

Doctora en salud pública, teóloga... Ha demostrado que SÍ es posible un discurso humanista, feminista y combativo por la justícia social dentro de la Iglesia Católica. SIN ELLA NO SE MUEVE EL MUNDO.

Sheelah McLean, Nina Wilson, Sylvia McAdam y Jessica Gordon

Fundadoras del movimiento Idle No More... Han demostrado que SÍ es posible mobilizar a la sociedad en defensa de los derechos de los pueblos autóctonos en Canadá. SIN ELLAS NO SE MUEVE EL MUNDO.

16 de noviembre de 2016

No es tan así: estereotipos de género

Sol Minoldo, doctora en Ciencias Sociales e investigadora especializada en políticas públicas, nos habla en parqueFm (red de posdcats argentina) sobre los estereotipos de género  y la construcción social de lo femenino y lo masculino, así como de sus repercusiones  en todos los ámbitos de la vida: político, social y económico.





10 de noviembre de 2016

Now we can make sperm, is this the end of men?

Artículo de Julie Bindel, periodista, escritora y activista feminista,  publicado en The Guardian

‘Scientists have managed to create an artificial version of sperm in the laboratory from skin cells and used it to create healthy baby mice.’
 Photograph: Life on white / Alamy


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hen I heard the news that stem cell scientists have managed to create an artificial version of sperm in the laboratory from embryonic cells, and used it to create healthy baby mice, I recalled the opposition to lesbians using sperm donors and a turkey baster to reproduce back in the 1980s. Men, and sometimes other women, would ask if this was the beginning of the end of men.
I took part in a TV debate about lesbian mothers at the time, and was asked by the host whether “the male race” would die out because all we would need would be sperm banks.
I was always quite puzzled at how these critics thought we would be able to prevent male babies from being born via this method, but I understood the wider point that men were feeling insecure about not even being needed, at least directly, in the pregnancy process.
Although the latest breakthrough appears to have been about helping men whose fertility is damaged by cancer treatment, mumps or other problems that prevent them from producing sperm, tall tales of man-hating feminists with an agenda to wipe out men usually pop up from somewhere.
Men can be sensitive creatures. Last year I made a joke in an interviewin response to the question, “What can we do to end male violence?”, a campaign I have been involved with since 1979. I replied, jokingly, that if men could not learn to behave themselves, it might be a good idea to put them into an enclosed space, modelled a bit like a holiday camp, with a choice of quad bikes, white vans or bicycles. Female partners, mothers and friends could visit, and take them out like a library book, returning them at the end of the day. This would continue, I suggested, until men could learn to behave better towards women.
Within hours of the interview going online, men’s rights groups were accusing me of wanting to put men in “Nazi concentration camps”. And they say feminists are the ones with no sense of humour.
I have lost count of the number of times I have been asked by men how on Earth lesbians manage to have sex without a penis. They seem to assume this body part is essential in the sack, and yet research as far back as 1976 suggests that it may not, even for many straight women, be all it is cracked up to be.
Maybe this goes some way towards explaining the paranoia from some men that we are always looking to get rid of them – especially when so many lesbians have learned to do their own DIY. Look, for example at the brilliant women-only plumbing service in Hebden Bridge, Yorkshire, named Stopcocks.
Then there is the widely accepted fact that far too many men do little more as fathers than donate sperm. Even those who stick around can be pretty useless. My mum used to say she had four children – her three offspring and my dad.
Women do, as we all know, get sick of men on occasion. We live under a patriarchal system in which men commit acts of sexual violence that we are subsequently blamed for. They start wars, leave their socks on the floor, and don’t do enough childcare. I have heard more straight women than lesbians suggest that a world without them would be an improvement, probably because they are the women spending their lives with the irritating creatures.
There have been attempts at women-only lands, and increasing numbers of women are opting to have babies without the direct involvement of men. Men had better buck up their ideas, or it won’t be enough that they can often open jars and get the BBQ going.
I don’t want a world without men, but I would like them to behave better. Do we need men? They can be a monumental pain in the backside, but even I have to admit, they can be very entertaining.

1 de noviembre de 2016

And the blues must go on

Performance of The Whole World in Her Hands Band at Shapeshifter Lab, May 2015 with Reut Regev - trb, Lakecia Benjamin -sax, Jamie Baum - flute, Jennifer Vincent - bass, Rosa Avila - drums, Monika Herzig - piano. Text del canal de youtube de la pianista de jazz Monika Herzig.

La flautista neoyorkina Jamie Baum, actuarà a la Nova Jazz Cava de Terrassa el proper dia 22 de novembre. L'entrada és gratuïta

4 de octubre de 2016

Mujeres Kurdas en guerra contra el ISIS

Artículo publicado en el periódico PÚBLICO

Asia Ramazan Antar, de 22 años y famosa por ser una de las mujeres que más han luchado contra el ISIS en Siria, ha muerto a manos de militantes del autodenominado Estado Islámico. Fuentes oficiales no han confirmado su muerte, pero según varios medios de comunicación habría muerto el pasado 31 de agosto.


La joven, que se hacía llamar Viyan Antar, su nombre de guerrillera, pertenecía desde el año 2014 a las Unidades Kurdas de Protección a la Mujer, una de las militancias que más daño está haciendo a los terroristas en territorio sirio.

Asia vivió su vida preparándose para la guerra. Completó su entrenamiento militar e inmediatamente fue enviada a la primera línea de combates contra los militares del Estado Islámico. Se convirtió en jefa de equipo y artillera y antes de morir, participó en cinco batallas en los alrededores de Manbij, en la frontera con Turquía.


Saltó a los medios de comunicación tras la publicación de una imagen suya, vestida de guerrillera y con una ametralladora al hombro. Los medios de comunicación comenzaron a llamarla "la Angelina Jolie kurda", por su parecido a la actriz estadounidense. Esta similitud le dio una imagen de icono sexual, que gran cantidad de compañeros combatientes han intentado eliminar.

"En los medios de comunicación nadie habla de los ideales por los que dio su vida, ni qué hizo Viyan por las mujeres en el Kurdistán sirio en los últimos cuatro años", dijo Choman Kanaani, un combatiente kurdo, respecto a la imagen sexista que se dio de Asia. "Toda la filosofía de las Unidades Kurdas de Protección a la Mujer es luchar contra el sexismo y evitar el uso de la mujer como un objeto sexual".


De hecho, la unidad militar de la que formaba parte, consiguió en 2015 presionar la zona del Kurdistán sirio para que se aprobaran leyes que convertían en delito la violencia contra las mujeres, el matrimonio forzado y la poligamia, a pesar de la resistencia de los grupos religiosos conservadores.

Varias fuentes afirman que ataques aéreos sobre la frontera de Turquía por parte del EI son la causa de su muerte, sin embargo, miembros de su familia confirman que puede haber muerto a causa de un coche bomba, según se ha informado a través de la página de Facebook 'We want Freedom for Kurdistan'

20 de agosto de 2016

Eren Keskin: cabeza de turca

Artículo publicado en Píkara Magazine

“¿De qué democracia podemos hablar con Recep Tayyip Erdogan en el poder?”, se pregunta una y otra vez Eren Keskin. Abogada kurda, activista de los derechos humanos, la han intentado asesinar dos veces en su propio despacho, ha estado en la cárcel y sobre ella pesa una orden de prohibición de salir de su propio país. Sus delitos: haber dirigido un periódico kurdo y llevar a 500 autoridades a juicio por violencia sexual. 

“Salid a las calles para defender la democracia”, llamaba el presidente de Turquía, Recep Tayin Erdogan, escondido en un remoto lugar a través de de un teléfono con ‘FaceTime’, mientras el país que controla trataba de parar los tanques en las calles y esquivaba las balas de un grupo de militares que intentó el golpe de Estado la noche del 15 de julio. Y la gente salió. Y la gente paró el golpe.
Las purgas, el efervescente autoritarismo de Erdogan, la renuncia a la Convención Europea de los Derechos Humanos y el impuesto estado de emergencia son las duras consecuencias del contragolpe. Mientras, una parte de la población llena cada noche la plaza de Taksim, un punto de referencia para las fuerzas democráticas y progresistas del país que ahora ocupan los seguidores del presidente, al grito de “Allah Akbar” (Alá es grande). Otra trata de caminar sin llamar la atención. Ya no basta con estar en contra de la violencia y el golpe, sino que ahora el punto de mira se siente tan solo con tener una idea contraria a la ideología al partido dirigente, AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo), o justificar una mínima relación con la supuesta cabeza del golpe, su gran excompañero y ahora gran rival,  Fethullah Gulen. Tanto es así, que “la limpieza”, como la llama Erdogan, se ha cobrado más de 60.000 detenciones o destituciones de puestos de trabajo en las administraciones públicas, fuerzas armadas, en educación, incluso cierre de medios de comunicación y retirada de tarjetas a periodistas que ejercían su labor de informar.
Pero entre el caos y la incertidumbre, hay quien no se calla.  “¿De qué democracia podemos hablar con Recep Tayyip Erdogan en el poder?”, se pregunta una y otra vez Eren Keskin. Habla con conocimiento de causa: activista y abogada kurda, lleva más de la mitad de su vida dedicada a la defensa de los derechos humanos, la han intentado asesinar dos veces a punta de pistola en su propio despacho, ha estado en la cárcel y sobre ella pesa una orden de prohibición de salir de su propio país.
Keskin estuvo en prisión en 1995. Su delito: un artículo que llamaba a un cese el fuego entre el PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán) y las fuerzas del gobierno. En la cárcel, conoció la otra cara de un país oprimido y que no avanza en derechos humanos. Se convirtió en los ojos y oídos de cientos de mujeres y transexuales que habían sufrido violaciones y abusos sexuales por parte de las autoridades. Nada más salir de entre las rejas, cofundó un bufete de asistencia legal. “La violación es utilizada como método de tortura en todas las guerras. En estos momentos tenemos más de 500 casos contra autoridades acusadas de violación. El comienzo fue difícil porque las mujeres tenían miedo y vergüenza; se sentían sucias. En este país, el honor de una mujer y también de su familia se valora en la sexualidad de esta”, explica la abogada. Durante los 20 años que lleva luchando en este proyecto, los acusados han sido absueltos por la justicia turca, incluso han ascendido de rango, aunque algunos sí han sido penados por la Corte Internacional de Derechos Humanos.
En la agenda de Keskin hay muchos desafíos. Cambiar la ley fue uno de ellos porque la forma en la que estaba redactada caracterizaba el crimen de violación como una falta contra la ética y la familia, no contra su persona misma. Tampoco existía una definición de acoso sexual y los protocolos para las pruebas de virginidad estaban diseñados para disuadir y castigar a las mujeres más que para documentar el delito. “Criticábamos que las pruebas para procesar a un agente estatal solo podían ser proporcionadas por otra institución del Estado. Gracias a nuestro trabajo, en el año 2005 se produjeron mejoras en la normativa. Ahora los tribunales aceptan informes de daños psicológicos elaborados por clínicas privadas”, celebra Eren.
Según la abogada, los golpes de Estado militares no son un acontecimiento extraordinario en Turquía. No es el primero en el que está presente, sino que también vivió en carne y hueso uno de los más duros, el que atropelló al país en 1960. “Estamos expuestos a un golpe de Estado en cualquier momento y a un estado de emergencia constante. El problema no son estos que llaman la atención internacional, sino los que se producen diariamente y sistemáticamente en un país donde no existe separación de poderes y que están en manos de los militares”, critica. Sin embargo, desde hace unos días con la aprobación autoritaria de tres meses del estado de emergencia, el poder militar también está en las manos de Erdogan.
En un momento de inestabilidad como este, las medidas tomadas están más cerca de un fascismo que del Estado de derecho que Erdogan llamaba a defender con la vida. La purga fue el comienzo y a ello le siguió la suspensión de la Convención Europea de Derechos Humanos, lo que aumenta el miedo y el caos en las calles no solo para las personas autóctonas, sino también para la comunidad refugiada que supera los tres millones de desarraigadas. “El Estado de la república turca declara que retira esta convención, pero esto ya lo hemos vivido y vivimos desde hace décadas en estado de emergencia en Kurdistán, donde mucha gente desapareció durante las detenciones y también asesinada por para militares. El derecho a la vida y el de no ser torturado es algo que debería estar garantizado, pero nos hemos topado con prácticas que demuestran todo lo contrario”, avisa Eren. Y es que la historia se repite. En la última semana Amnistía Internacinal ha acusado a las autoridades turcas de violar gravemente los derechos de los detenidos durante las purgas tras el golpe como “violaciones con porras, golpes, la negación de alimentos, medicamentos, agua y amenazas”, según su comunicado.
Keskin fue testigo de lo que se vive en un cárcel turca y la cárcel no son solo cuatro paredes físicas. La prisión, es que te arrebaten tus libertades y derechos. Bajo el polémico artículo 301 del Código Penal que juzga y criminaliza el insulto en contra del Estado y sus instituciones, esta activista fue acusada y condenada. La libertad de prensa y expresión también le fueron negadas cuando dirigía el único periódico que se edita íntegramente en kurdo en Turquía, Özgür Gündem, y por esto tiene 99 juicios pendientes. “Hablar de la violación de una mujer o un menor por un miembro de la autoridad, se considera insulto para el Estado, por lo que se me aplica el artículo 301 y entre otras cosas no puedo viajar fuera de mi país”.
A pesar de todo lo que está ocurriendo en Turquía, la puerta entre Oriente y Occidente, “la comunidad internacional calla y casi todos los acuerdos de la Unión Europea se firman junto a Turquía, a pesar de que aún no es miembro. Los intereses no quieren entender de derechos”, sentencia la activista.
A todo esto, en Taksim se respira un ambiente de campaña electoral. Erdogan sigue ganando seguidores, mientras que los barrios más progres, kemalistas y alevitas, sufren constantes abusos y agresiones por un islamismo extremo que nada tiene que ver con la religión, sino con la cultura de la dominación en un país donde conviven la laicidad y la interculturalidad. Las imágenes de Ataturk, fundador de la Turquía moderna como Estado constitucional-secular que se mantenía bajo el paraguas del ejército turco frenaba los avances del fundamentalismo, sin embargo, ahora está siendo sustituidas por banderas e iconos de Erdogan. Nadie habla en la calle sobre el tema. Todos miden sus palabras.
 “La ideología del Estado turco está basada en asustar a la población”, asegura Keskin. Sin embargo, “los que tienen miedo ahora son las fuerzas del poder presidencial porque se están enfrentando entre ellos. Tienen miedo y no confían el uno del otro”. Miedo. Miedo es una palabra que ya no existe en el diccionario de esta activista perseguida, que sobrevive a los ataques. “Ya no tengo miedo. He sido oprimida y el miedo me ha dado la fuerza para librarme eso. Para los defensores de los derechos humanos y los demócratas, ¿de qué puede servir el miedo?”. Acaba la entrevista, y Eren le sonríe al miedo.


4 de junio de 2016

La paridad hombre-mujer en el reino de Dahomey

Le royaume de Dahomey (17ème-19ème siècle, actuelle République du Bénin) bien connu pour son armée de femmes guerrières, l’est beaucoup moins pour le rôle prépondérant occupé par les femmes dans le reste de sa société. Et pourtant, ce qui est encore un combat pour nos sociétés modernes y avait déjà cours il y a quatre siècles.

Artículo publicado en Investig' Action 

On connaît les Amazones du royaume fon de Dahomey, cette armée professionnelle de femmes réputée comme plus féroce que sa contrepartie masculine.
On sait moins que cette parité s’étendait au reste de l’appareil gouvernemental. Si le roi devait toujours être un homme et qu’il le fut à une courte exception près, son pouvoir était contrebalancé à travers celui d’une reine-mère, la Kpojito (littéralement, celle qui enfante la panthère, totem du roi de Dahomey). Bien qu’elle soit symboliquement la ‘mère du roi’, elle ne l’est pas biologiquement et était donc choisie, parmi les nombreuses épouses du roi précédent, par le roi pour ses qualités. Riche propriétaire terrienne disposant d’une cour séparée dans la cité royale et de nombreuses personnes à son service, elle représente la voix du peuple dont elle est issue et peut plaider pour eux auprès du roi. A leur mort, les possessions des Kpojito et leur nom de règne étaient héritées par une membre de leur famille. Chaque nouveau roi choisissait toutefois une nouvelle Kpojito. Les Kpojito ont joué un rôle considérable dans l’histoire de Dahomey, l’une d’entre elles comme Hwanjile, Kpojito du roi Tegbesu (1740-1774) jouant le rôle de chef et de réformatrice de la religion nationale. Hwanjile aurait été choisie parce qu’elle aurait été puissante, experte en magie ainsi qu’une excellente psychologue. De nombreuses Kpojito auraient, par le biais de conflits armés, tenté d’imposer leurs candidats au trône.
Le gouvernement de Dahomey se composait de ministres, comme le Migan, ministre de la justice où le Gawu et le Kposu, ministres de la guerre. Tous les ministres du gouvernement avaient une contrepartie féminine qui s’occupait spécifiquement des affaires reliées aux femmes. Les femmes ministres de la guerre pouvaient ainsi participer aux opérations militaires sur le terrain aux côtés des Amazones. Dans un domaine comme celui des traducteurs du roi, l’interprétariat était fait par un homme devant le roi et une femme interprète vérifiait si celle-ci était exacte.
Un voyageur britannique du 19ème siècle, Freeman rapporte que dans les conseils où étaient entendus les appels judiciaires d’autres régions étaient rassemblés autour du roi les deux ministres en chef du pays et les deux leaders des amazones. Dans tous ces cas toutefois, les dernières sont considérées comme ayant la plus grande influence : cela étant un trait caractéristique de la politique dahoméenne où le sexe féminin a l’ascendant ». Freeman, chez qui, en Angleterre, était impossible que des femmes soient membres du parlement, critiquait le fait que cela soit possible à Dahomey.
Cette parité homme-femme dans le gouvernement et l’armée de Dahomey, mais aussi dans le reste de la société avait conduit l’explorateur britannique William Winwood Reade à s’exprimer ainsi au sujet du rôle de la femme à Dahomey : « elle est aussi employée dans des missions diplomatiques et dans des entreprises commerciales. Elle est bergère, agriculteur, guerrière, commerçante, ambassadrice et quelquefois reine. Dans ce pays (…) on trouve d’admirables exemples de l’axiome de Platon, qui disait : « En ce qui concerne sa nature, la femme est capables de toutes les entreprises permises à l’homme. » 




1 de mayo de 2016

La industria oculta de los óvulos

Artículo de Beatriz Gimeno publicado en Píkara Magazine

El control de la reproducción ha sido siempre un espacio de lucha política. Bajo el eufemismo de “donación”, se sostiene un mercado en el que los cuerpos de las mujeres precarias son sometidos a tratamientos e intervenciones agresivas. Entonces, ¿cómo es que el feminismo español no incluye este tema en su agenda?


El otro día una periodista francesa me llamó para hacerme una entrevista sobre la donación de óvulos. No dejó de mostrarse asombrada por que España sea uno de los países en los que, habiendo un mayor tráfico de compraventa de óvulos (al mismo tiempo que un país con un fuerte movimiento feminista) sea uno de aquellos en los que menos se habla de esta cuestión. Es cierto.
El auge y la utilización de las tecnologías de reproducción asistida y la compraventa (donación) de óvulos sí son temas feministas. Sólo las mujeres se embarazan y paren mediante estas tecnologías y sólo las mujeres tienen óvulos. Ya sabemos que la tecnología, toda la tecnología, tiene un enorme interés para las ciencias sociales en sí misma en tanto que es, además de una técnica específica, una práctica social y discursiva de representación. Por supuesto que las tecnologías, la técnica, el conocimiento, la misma ciencia, todo ello está mediado por relaciones de poder, y si hacemos referencia a cuestiones reproductivas, estarán mediadas por relaciones de género, obviamente; que es lo mismo también que decir “poder masculino”. Ni por un momento debemos olvidar que el control de la reproducción ha sido siempre un espacio de lucha política, y lo sigue siendo.
La reproducción asistida que ocurre en la sanidad pública cubre una ínfima parte de la demanda existente, y en todo caso, habría mucho que escribir acerca de cómo se genera esa demanda, de cómo se crean nuevas categorías de mujeres estériles y enfermas (antes infértiles) necesarias para mantener de manera creciente la demanda, de cómo se relaciona esta demanda con categorías de consumo, con modas culturales, etc. Y no olvidemos que estamos hablando de una enorme industria mundial, una industria cuyo interés es el lucro y cuya materia prima son los biomateriales humanos (esperma, óvulos, embriones).
Las técnicas de reproducción asistida tienen un enorme impacto social que puede afectar a las relaciones de género, de parentesco, a las concepciones tradicionales de lo que es la maternidad y paternidad, pero que afecta también a la salud de las mujeres. Recordemos que la industria que utiliza como materia prima los óvulos no se dedica sólo a la reproducción asistida, sino que además de esta, está la investigación en clonación terapéutica y células troncales. En esta industria de biomateriales, la razón tecnocientífica capitalista ha generado una lógica utilitarista que requiere de óvulos de manera masiva. El problema es que los óvulos son un recurso limitado y de difícil acceso y para conseguirlos la industria ha puesto en marcha toda una batería de discursos médicos, jurídicos o científicos, además de una maquinaria publicitaria, en la que el papel de aquellos y la explotación de los cuerpos de las mujeres se invisibiliza y banaliza socialmente.
Hay muchas maneras de hacerlo. Por ejemplo, en todo este proceso, se suele hablar, en general, de “embriones”, como si estos surgieran de la nada, invisibilizando que son necesarios miles de óvulos para conseguir esos embriones. No se dice dónde ni cómo se van a conseguir esos óvulos, ni el precio que hay que pagar por ellos.
Otra manera de invisibilizar la cuestión es llamar “donación” a lo que en realidad es una compra. Como en el caso de los vientres de alquiler, la excusa que se da al hecho de que haya dinero de por medio y que aun así se llame “donación”, es la de que es necesaria una “compensación”. Lo que oculta dicha compensación es que, sin ella, no habría donaciones suficientes para cubrir la demanda. No hace falta “compensar” la donación de sangre, ni la de esperma y tampoco pagamos por la donación de órganos.
Aunque tampoco hay aquí espacio para profundizar en el papel de los mercados, lo cierto es que siempre que se abre un mercado en una situación de desigualdad estructural, las personas más pobres se ven obligadas a vender lo que sea demandado al precio que los más ricos fijan y quedan, a su vez, excluidos de los supuestos beneficios de ese mercado. Los pobres que venden un riñón no pueden acceder a comprarse uno en el caso de necesitarlo, etc. La inmensa mayoría de las mujeres que donan sus óvulos lo hacen por motivos económicos. En la actualidad, por ejemplo, es muy corriente encontrar publicidad para estas donaciones en las universidades. Sabemos que esta ha sido la manera en la que muchas estudiantes han podido pagarse las actuales matrículas universitarias. Y también sabemos que hay una auténtica industria de óvulos procedentes de los países más pobres de Europa: Rumanía y Polonia principalmente.
Pero en el caso de los óvulos y bajo el eufemismo de “donación”, subyace crudamente la desigualdad de género. Una muestra de esta desigualdad es el tratamiento que se da a esta “donación” en la publicidad y en la información social y técnica, como equivalente a la donación de esperma. Se ha construido así un imaginario en el que supone lo mismo donar óvulos que esperma, lo cual es una desinformación interesada que vulnera los derechos de las mujeres, sin que hasta ahora la ley, ni el feminismo, hayan mostrado mucho interés en esto.
Para empezar, el esperma no necesita de ningún tratamiento para ser donado. Los óvulos sí, y muy agresivo. La donante tendrá que someterse a multitud de pruebas invasivas y dolorosas, la mayoría sin anestesia. Las mujeres, además, producimos un solo óvulo al mes, una producción claramente insuficiente para la industria. Para sortear esta bajísima productividad natural, se somete a las mujeres a una hiperstimulación ovárica, de manera que en lugar de un óvulo produzcamos de diez a veinte. Esto supone un tratamiento hormonal muy agresivo que mediante inyecciones diarias y constantes visitas al médico para pruebas de todo tipo, que convierte el cuerpo de la “donante” en una bomba de hormonas, con consecuencias psicológicas y físicas muy profundas.

27 de marzo de 2016

Origen y evolución del movimiento asociativo de las mujeres palestinas


Mar Gijón Mendigutía, es licenciada en Filología Árabe. Ha vivido en Damasco desde 2005 hasta 2010 y sus líneas de investigación se centran en los mitos fundacionales de Israel, la Nakba y el origen de la “cuestión palestina”, así como en la población refugiada palestina. Forma parte del equipo de la asociación palestina Biladi.

Fragmento del texto publicado en Unintifada 244