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Amy Goodman

Periodista, investigadora, escritora... Ha demostrado que SÍ es posible la independencia de los medios de comunicación y ha dado voz a lxs excluídxs en los mass media. SIN ELLA NO SE MUEVE EL MUNDO.

Vandana Shiva

Doctora en física, filósofa, activista por la justícia global y la soberanía alimentaria... Ha demostrado que SÍ es posible la producción sostenible y plural de alimentos. SIN ELLA NO SE MUEVE EL MUNDO.

Tawakkul Karman

Periodista, política, activista por los Derechos Humanos... Ha demostrado que SÍ se puede luchar desde el pacifismo por la Revolución política, social y de género en Yemen. SIN ELLA NO SE MUEVE EL MUNDO.

Joumana Haddad

Poeta, traductora... Ha demostrado que SÍ se puede trabajar por la secularización de la sociedad, la libertad sexual y los derechos de las mujeres en Líbano. SIN ELLA NO SE MUEVE EL MUNDO.

Leymah Gbowee

Trabajadora social, responsable del movimiento que pacificó su país en 2003... Ha demostrado que SÍ es posible la Paz en Liberia y que las mujeres son sus constructoras. SIN ELLA NO SE MUEVE EL MUNDO.

Ada Colau

Filósofa de formación y miembra visible de la PAH... Ha demostrado que SÍ es posible hacer frente a la ilegitimidad de las leyes movilizando a la sociedad pacíficamente. SIN ELLA NO SE MUEVE EL MUNDO.

Marama Davidson

Activista por los derechos del pueblo maorí... Ha demostrado que SÍ es posible identificarse con la idea universal de la descolonización del Planeta. SIN ELLA NO SE MUEVE EL MUNDO.

Teresa Forcades

Doctora en salud pública, teóloga... Ha demostrado que SÍ es posible un discurso humanista, feminista y combativo por la justícia social dentro de la Iglesia Católica. SIN ELLA NO SE MUEVE EL MUNDO.

Sheelah McLean, Nina Wilson, Sylvia McAdam y Jessica Gordon

Fundadoras del movimiento Idle No More... Han demostrado que SÍ es posible mobilizar a la sociedad en defensa de los derechos de los pueblos autóctonos en Canadá. SIN ELLAS NO SE MUEVE EL MUNDO.

16 de febrero de 2014

La mujer, cosa de hombres. Por Isabel Coixet

Reportaje de la directora de cine Isabel Coixet sobre el estereotipo de la mujer española, sumisa, abnegada y relegada al papel de esposa y madre sacrificada, que ha sido difundido y reforzado por los spots publicitarios durante varias décadas a través de la televisión. Un homenaje a las mujeres asesinadas y a las maltratadas por sus parejas o exparejas masculinas. 
La administradora del blog






Porteadoras marroquíes, heroínas y víctimas de la frontera

Porteadoras marroquíes esperan, cargadas con grandes fardos, en el paso del Barrio Chino, en la ciudad autónoma española de Melilla, en el norte de África. (Cortesía de José Palazón/Asociación Pro Derechos Humanos de la Infancia)

Cada día, ella y otras miles de mujeres atraviesan los puestos limítrofes que comunican Marruecos con las ciudades de Melilla y Ceuta, enclaves españoles en el norte de África, para proveerse de productos dispuestos en pesados bultos y transportarlos por el pasaje fronterizo a pie, en un comercio que mueve millones de euros y del que se benefician los comerciantes de ambos territorios.

 Artículo de Inés Benítez publicado en Periodismo Humano

Los empresarios de Melilla “viven de este contrabando”, que hacen posible las miles de mujeres porteadoras “para sobrevivir y dar de comer a sus hijos”, dijo el fundador de la Asociación Pro Derechos de la Infancia, José Palazón, quien vive en la ciudad hace 14 años.

“Son madres solteras, viudas, maltratadas, con maridos inválidos, mujeres excluidas por la sociedad que echan mano del contrabando para poder salir adelante”, afirmó  el dirigente sindical Abdelkader El-Founti, de la melillense Central General de Trabajadores.

A las 9:00 abre el puesto fronterizo melillense del Barrio Chino, la porteadora muestra el pasaporte y camina hacia una explanada en la que varias furgonetas dejaron temprano en el suelo los bultos preparados para la carga.

Amarra con cuerdas el paquete sobre su espalda y anda en sentido contrario más de 200 metros,  sorteando la multitud que se amontona en el estrecho lugar,  para entregar pronto la carga en el lado marroquí y volver a hacer más portes, antes del cierre del paso a la 13:00 horas.

A esta actividad los melillenses y ceutíes la llaman “comercio atípico” y los marroquíes lo viven como contrabando tolerado.

De las altas verjas de hierro del estrecho pasaje del Barrio Chino cuelgan carteles con siluetas de porteadores y porteadoras que indican la entrada.

Las mujeres cobran cuando entregan el fardo en el lado marroquí, donde hay hombres con carretillas o vehículos esperando para transportarlo. La cuantía depende de los kilos que carguen. “Lo máximo son 10 euros (13 dólares) diarios. Por cada porte les pagan de tres a cinco euros (cuatro a seis dólares), según el peso”, afirmó El-Founti.

Al peso que soportan se añaden “todo tipo de vejaciones que sufren por parte de la policía española y marroquí”, denunció.

“El trato que se da a los porteadores es humillante. Hay malos tratos por la policía de ambos lados de la frontera. Solo hay que permanecer cinco minutos allí para darse cuenta”, subrayó a IPS el marroquí Amin Souissi, de laAsociación Pro Derechos Humanos de Andalucía en la sureña ciudad española de Cádiz.

Souissi recordó la muerte en septiembre de 2013 de un joven porteador de la ciudad marroquí de Tetuán que, “harto de tanta humillación”, se quemó a lo bonzo en el paso fronterizo de El Tarajal de Ceuta, después de que las autoridades de su país le quitasen la mercancía que transportaba.

“No queremos que pierdan su medio de vida, pero pedimos que se respeten los derechos humanos de estas personas en las fronteras de Ceuta y Melilla”, reivindicó Souissi, quien ha visto a policías empujando con sus porras a las porteadoras.

El activista lamentó la corrupción de las autoridades  marroquíes que cobran la “rasca” (soborno), así como la arbitrariedad imperante a la hora de permitir cruzar a los porteadores, “que depende del funcionario que toque”.

En los enormes bultos se transportan todo tipo de objetos, como mantas, neumáticos usados, alimentos y pañales. La inmensa mayoría de los porteadores son mujeres, pero también lo hacen hombres, sobre todo jóvenes sin recursos.

Muchas mujeres cruzan la frontera con paquetes más pequeños. Otras ejercen como empleadas domésticas en domicilios de Melilla y Ceuta y, a última hora, regresan a dormir a Marruecos.

De las alrededor de 40.000 personas que circulan diariamente entre la localidad marroquí Beni Enzar y Melilla,  solo 10 por ciento lo hace con visado, advirtió El-Founti. Los porteadores deben mostrar su pasaporte y el resto cuenta con un permiso especial, acordado entre el gobierno español y marroquí, para trabajar durante el día a Melilla y regresar a pernoctar a sus hogares.

“Son trabajadores de la construcción, empleadas del hogar y del sector de la hostelería que trabajan 10 o 12 horas por menos de 200 euros (270 dólares) mensuales y sin derechos”, denunció.

El-Founti lamentó que los empresarios melillenses aprovechen el miedo de los “empleados transfronterizos” a perder su trabajo y su situación de necesidad. “Muchas de las mujeres marroquíes empleadas domésticas en Melilla son analfabetas y desconocen sus derechos laborales”, subrayó.

El trasiego de mercancías de las porteadoras “mueve muchísimo dinero a ambos lados de la frontera”, comentó Palazón, quien cree “muy difícil” acabar con esta situación, pero exhorta a dignificar su trabajo y mejorar las instalaciones fronterizas por donde pasan diariamente.

“No hay ni un grifo para beber”, aseveró Souissi sobre el paso fronterizo de El Tarajal de Ceuta, que “más que un paso de peatones parece una jaula” con pasillos muy estrechos donde las porteadoras casi no caben.

Este comercio reporta 1.400 millones de euros anuales (1.800 millones de dólares) en los dos lados de la frontera y supone un tercio de la economía de las dos ciudades autónomas españolas.

De la actividad viven directamente 45.000 personas y 400.000 indirectamente, según datos de la Cámara Americana de Comercio en Casablanca, en Marruecos, citados en la Declaración de Tetuán, firmada allí por casi una treintena de organizaciones en abril de 2012.

En esta declaración se alerta sobre la “importante cantidad de ingresos obtenidos a través del soborno”, 90 millones de euros anuales (121 millones de dólares), según datos del semanario independiente marroquí Al Ayam.

Las condiciones de paso por los puestos fronterizos, donde se agolpan miles de personas, ya han causado muertes. En noviembre de 2008,  Zafia Azizi murió aplastada en Melilla y el 25 mayo de 2009 fallecieron las marroquíes Busrha y Zhora en una avalancha en el paso ceutí de Biutz.

Activistas consultados por IPS coincidieron en que la Unión Europea (UE) no atiende debidamente las vulneraciones de los derechos humanos que sufren las porteadoras marroquíes.

Ceuta y Melilla tienen un régimen fiscal especial con importantes rebajas impositivas y son ajenas a la Unión Aduanera  del bloque, lo que permite a ambas ciudades importar con aranceles inferiores a los de la UE y vender a los ciudadanos marroquíes esos productos para su posterior ingreso irregular en Marruecos para su reventa.

13 de febrero de 2014

A propósito de Femen

Brigitte Vasallo
Bigitte Vasallo, periodista, escritora, mediadora intercultural y activista feminista, fue entrevistada por la periodista Irene Redondo sobre el feminismo de Femen, que ha sido calificado como el McDonalds del feminismo. Esta entrevista se publicó en la revista DIAGONAL el 5 de noviembre de 2013, con el título El espectáculo Femen llega a España No te pierdas su interesante análisis. 

Publicado en su blog Perder el Norte
(El cambio de color de los textos es obra de la autora)

· ¿Femen invisibiliza el resto de acciones y movimientos feministas o es un altavoz?
 
Femen es muy contraproducente respecto a otros movimientos feministas. No solo los invisibiliza sino que dificulta muchísimo su trabajo sobre el terreno. Mi crítica principal a Femen es que están situadas en un feminismo colonialista, etnocéntrico, que no tiene en cuenta las luchas particulares de los feminismos no-hegemónicos y que les impone su visión. Su Topless Yihad, en la que parece que querían “liberar” a las musulmanas de la voluntad ser musulmanas, fue un ejercicio de tremenda arrogancia cultural y de una ignorancia bochornosa, sin ninguna visión ni estrategia a medio plazo, y sin tener en absoluto en cuenta las opiniones y el trabajo de las feministas musulmanas y de países musulmanes. Puro despotismo ilustrado: “todo por las mujeres, pero sin las mujeres”. La postura etnocéntrica de Femen en general se reconoce, pero no se considera un problema mayor. Para mí, sin embargo, es el todo. No me interesa, desde el feminismo, cambiar el discurso hegemónico de género, “feminizarlo”, sino dinamitar la existencia misma de lo hegemónico, dinamitar las imposiciones de todo tipo, también epistemológicas, que ejercen las cumbres del poder hacia las bases. Si el feminismo no es horizontal e inclusivo, casi ni me interesa.


· La falta de diversidad de cuerpos, ¿proviene de Femen o es el ojo masculino de los medios?
 
No estamos hablando exactamente de falta de diversidad, sino de refuerzo de los cuerpos normativos, de imágenes del cuerpo femenino surgidas del patriarcado y del capitalismo. Es bastante difícil creer en una lucha feminista que use como herramienta de transformación el refuerzo mismo de las imágenes patriarcales. No olvidemos que el cuerpo normativo no es una mera opción estética: es una herramienta de control. Y yo intuyo que el cuerpo es uno de los primeros espacios que son recuperados por la persona feminista. Me cuesta pensar en una gran teórica del feminismo machacándose con la dieta Dukan, la verdad, aunque sabemos que al fin todas estamos llenas de incoherencias. También creo que, defendiendo lo indefendible, se me dirá que “ellas son así”,  o que (que eso también lo he oído) “en Ucrania son así”. Pero yo me miro y miro a mi entorno feminista, en el país que sea, y lo que veo es diversidad: en pesos, en alturas, en edades, en formas, en gustos. Tal vez respondiendo más en concreto a tu pregunta, en la página web de Femen no vemos diversidad alguna de cuerpos. Las apariciones estelares de Femen en lugares como Cannes hubiesen sido una buena ocasión para desmentir ese cuerpo normativo que tanto se les está criticando, sin embargo las representantes allí tenían cuerpos normativos. Así que no, no creo que sean los medio, aunque sin duda Femen recibe tanta atención por usar cuerpos normativos. El pez que se muerde la cola: ¿tienen sentido grandes acciones reivindicando nuestro derecho al cuerpo cuando estás reforzando una de las principales herramientas de control sobre el cuerpo femenino, que es el patrón estético impuesto por el patriarcado y el capitalismo?


· Una organización jerárquica, ¿puede ser feminista?
 
No lo sé. Soy bastante enemiga de esencialismos, de decir qué puede y qué no puede ser. Tengo claro que no me interesa un feminismo así, a mí personalmente. Por lo demás, también creo que hay que dar espacio a los grupos y a los movimientos para que hagan, y eso incluye dar espacio para que comentan y cometamos errores. Pero hay que ser extremandamente cuidadosa con los “daños colaterales” de nuestros errores. Es decir, bienvenidas las luchas, en todas sus formas, pero que sean luchas que sumen, no que resten.


· ¿Son las greenpeace del feminismo?
 
No. Como bien dice la Filósofa Frívola, son el McDonalds del feminismo. Feminismo imperialista.


· ¿Las mismas campañas valen para todos los países?
 
Por supuesto que no. Te pongo un ejemplo muy gráfico, que cita Saba Mahmood: en los 70 las feministas blancas de clase media pedían el desmantelamiento de la familia nuclear por ser la base de la opresión, sin embargo las feministas indígenas y afro-americanas argumentaban que para ellas la libertad consistía en poder formar una familia, puesto que la larga historia de esclavitud, genocidio y racismo había operado precisamente rompiendo sus comunidades. Yo no me atrevería a decirle a ninguna de mis compañeras, feministas o no, cómo debe gestionar su vida. ¿Cómo es que nos permitimos hacerlo tan alegremente con mujeres y contextos que ni conocemos ni nos hemos preocupado de conocer, ni de escuchar, ni de entender?


· ¿Son islamófobas?
 
Te linko la respuesta que publicó Shevchenko a las quejas de las musulmanas, feministas incluidas, sobre su Topless Yihad. En ella hay un repertorio absolutamente ridículo de estereotipos y desconocimiento abrumadores: afirma que la máxima aspiración de una mujer musulmana es ser la favorita de un harén (igual se refiere a musulmanas como Shirin Ebadi, Premio Nobel de la Paz y, claro, musulmana) Habla de los hombres musulmanes como violadores, asesinos y lapidadores (supongo que en eso incluye a tipos como Malcom X, por nombrar a un musulmán). Pero, además, la actitud es absolutamente patriarcal, arrogante y etnocéntrica hacia las musulmanas, negándoles su propia capacidad de decisión (“Escriben en sus carteles que no necesitan liberación pero en sus ojos  está escrito ayúdame”) y referenciándolas continuamente respecto a sus padres, hermanos y maridos,: “Hermanas (prefiero hablar con mujeres, incluso sabiendo que detrás de ellas hay hombres barbudos empuñando cuchillos)”. Podría añadir cincuenta citas de las feministas post-coloniales, pero valga Mohanty como ejemplo:

“En el contexto del equilibro de poder Primer/Tercer Mundo, los análisis feministas que ejercen y sostienen la hegemonía de la idea de la superioridad de Occidente, producen un conjunto correspondiente de imágenes universales de la mujer con velo, la madre fuerte, la virgen casta, la esposa obediente, etc. Estas imágenens tienen un esplendor universal, ahistórico, que pone en marcha un discurso colonialista que ejerce un poder muy específico, en tanto que define, codifica y mantiene las relaciones existentes entre el Primer y el Tercer Mundo”


7 de febrero de 2014

"Construimos la Iglesia que soñamos. No queremos ser iguales que ellos, no queremos que nos hagan curas ni llegar a papas. No nos interesa. No tendría que haber papa ni Vaticano."

Ernestina Ródenas (a la derecha) junto con unas teólogas bolivianas en un encuentro con CDE./ CDE
Magnífica entrevista de la periodista June Fernández a Ernestina Ródenas, presidenta del Col·lectiu de Dones en l'Esglèsia, publicada en Píkara Magazine.

“Soy de izquierda, obrera. Siempre me he tenido que mover en ambientes hostiles y contrarios. Estoy en la frontera, soy incómoda para muchos”. Así se presenta Ernestina Ródenas, presidenta del Col·lectiu de Dones en l’Església, que aglutina en Catalunya a alrededor de 200 creyentes (religiosas y laicas; también algunos varones) comprometidas con la igualdad de género. Incorporan el pensamiento feminista a la teología de la liberación, debaten con mujeres de otras confesiones y con feministas laicas, defienden el discurso del Concilio Vaticano II de que “la Iglesia no es el único espacio de salvación, sino una de las puertas”.

Una vez al mes, celebran el memorial del Señor, haciendo una formación sobre la Eucaristía a modo de “catequesis ilustrada con perspectiva de género”. “Está prohibido por la Iglesia, pero no nos importa. Bueno, las religiosas tienen menos libertad. Una mujer, que es responsable de su congregación, nos dijo en un acto: ‘A mí no me importa salir en la foto, pero ya me he llevado muchos palos’”. Ródenas tiene claro que Iglesia no es sinónimo de una jerarquía que se opone a los derechos de las mujeres, sino que la construye una comunidad de creyentes para la que el Evangelio no es un instrumento al servicio del poder, sino una fuente de liberación.

¿Identifica en las mujeres necesidades espirituales diferentes a las de los hombres?

Las mujeres estamos muy cerca de la vida, de las necesidades de la vida que se aprenden en comunidad. Tenemos mucha necesidad de expresarnos, no somos personajes solitarios. Los hombres, en cambio, han ligado la espiritualidad a la soledad y el aislamiento. Tradicionalmente, las iglesias han estado llenas de mujeres, porque es un espacio al que hemos podido ir solas, sin que nadie nos culpabilice, incluso como forma de escapar del ámbito doméstico. Además, las mujeres buscamos en la religión respuestas a nuestras experiencias vitales. Creamos vida, cuidamos vida; comprendemos fácilmente los mensajes religiosos, como el de la encarnación de Jesús, un dios que puedes estrechar en los brazos. También sentimos una mayor necesidad de buscar respuestas al sufrimiento, debido a los deberes y papeles que se nos han asignado. El evangelio puede ser liberador. Jesús siempre se inclinó por la mujer y por los más débiles, como indican las interpretaciones del evangelio nada misóginas que se han hecho últimamente.

Mucha gente atea no entiende cómo es que, siendo las iglesias instituciones con una organización patriarcal y con un discurso contrario a los derechos de las mujeres (como los reproductivos), sigan teniendo una base feminizada. ¿Qué hace que las mujeres sigan participando en estas instituciones?

Para mí la Iglesia no es la jerarquía. Somos la comunidad de creyentes. Nos reunimos, leemos el evangelio, que contiene palabras de liberación, que se pueden interpretar desde la perspectiva de género. Hay esperanza para rato. Por ejemplo, la historia de la mujer encorvada que sanó Jesús, porque no podía soportar verla así. Simboliza a la mujer oprimida que no puede levantar la vista del suelo. Jesús la endereza. Ella se pone de pie, anda, alaba a Dios, canta y baila. La religión entendida como la práctica del mensaje evangélico no quiere ver a ninguna mujer encorvada. Nos quiere de pie, felices… Nunca condena.

En una investigación sobre mujeres y religiones, he encontrado la siguiente afirmación: las mujeres identifican que las religiones imponen sus normas morales con mayor rigor sobre ellas que sobre los hombres; son conscientes de esa doble moral, pero no tienen herramientas para cuestionarla. ¿Qué opina?

No existe el hombre que embaraza, sólo la mujer embarazada, a ella se le cargan todas las penas, la exclusión, la culpa, la penalización. La mujer se queda sola y acusada por todo el mundo. El prostituidor y el proxeneta reciben menor condena que la prostituta. La doble moral es descaradamente actual. A la madre soltera y a la prostituta, Jesús les dice: “Yo no te condeno”.

La penalización del aborto es otro ejemplo de esa ideología que machaca a las mujeres. Pero hay herramientas. En el aniversario del Concilio Vaticano II, aboguemos por la libre conciencia, por que cada quién discierna sus opciones fundamentales. Y dejemos a un lado la culpa.

Popularmente se habla de la culpa cristiana. ¿No es una emoción inherente al catolicismo?

La culpa ha calado mucho. La civilización europea proviene de tesis no sólo cristianas, también aristotélicas, que no eran propicias a que la mujer tuviera un lugar prominente en la sociedad. La cultura cristiana europea ha pasado muchas épocas, en las que la mujer ha sido más libre. Nosotras arrastramos el estigma del clericalismo agudo de Franco. La culpa no es inherente al mensaje auténtico. La jerarquía, para tener poder, ha potenciado la cristiandad y se ha olvidado el reino de Dios: la paz, la justicia, la igualdad. Los estados han utilizado la religión como instrumento de dominio y poder. Los más débiles lo sufren.

Pero, en materia de moral sexual, ¿hay algún mandato insalvable? ¿Se pueden cuestionar todos?

Los movimientos feministas laicos nos han hecho un gran favor redescubriendo el sentido del placer, de la alegría, en contra de la idea de que hemos venido al mundo para sufrir. Las mujeres católicas lo han ido interiorizando. En España las mujeres no podían estudiar teología, pero en otros países sí, y había teólogas feministas de las que estamos aprendiendo. Sabemos que Dios puede ser madre y padre a la vez, no se le puede poner etiquetas. Y que, donde hay amor, ahí está Dios.

Ese es el lema de una campaña a favor de la diversidad del Movimiento Feminista de Nicaragua, cuya imagen es de dos mujeres besándose. ¿Qué le parece?

Pues muy bien. No es que el amor sea algo perfecto que pueda con todo, pero me parece un buen mensaje.

Entonces, ¿qué es el pecado?

El pecado es un invento. Es la negación de la vida, la negación de la posibilidad de ser feliz. Es una construcción social. El pecado es un desorden que te provocas a ti misma, pero tú eres el primer damnificado y tienes una carga que te llevas a cuestas. Jesús hablaba de pecado porque era el lenguaje de la época, pero no cargaba contra los pecadores. Asistimos a una teología del pecado muy totalitaria. El recurso fácil es culpabilizar a la mujer, cargar más peso a la mujer encorvada. La confesión es un instrumento de poder. Hace años que no me confieso. Por eso las mujeres van abandonando las iglesias. Los obreros abandonaron la iglesia por las injusticias a principios del siglo XX, los jóvenes a mediados de siglo, las mujeres en el siglo XXI. Queremos cambiar las cosas, y también queremos que los hombres cambien su modelo de masculinidad.

Pero, ¿cómo puede una mujer de un pueblo pequeño acceder a esos discursos alternativos a los del cura de su parroquia?

Antes era imposible. O te ibas del pueblo, o te metías en una orden religiosa. Ahora las mujeres de los pueblos tienen recursos. Hay medios de comunicación. Escriben cartas, envían correos, opinan. Si es necesario, denuncian. Abandonemos la idea de la mujer pobrecita que no sabe. Han perdido el miedo a pronunciarse. El discurso patriarcal viene de muy antiguo, no lo emite sólo la iglesia sino toda la sociedad: desde los medios de comunicación a los púlpitos, se dice a las mujeres lo que tienen que hacer. Es muy difícil sustraerse de ese pensamiento único. A medida que las mujeres se organizan en grupos, ahí hay una fuerza.

La Conferencia Episcopal se vuelca contra el aborto, pero no se ha manifestado contra la violencia machista, contra el feminicidio.

La Iglesia tiene un defecto: le obsesiona mucho el final y el principio de la vida. Reserva únicamente a Dios el derecho a decidir. Esto marca la postura ante la eutanasia y el aborto. Así, que se mate en guerras parece inevitable y, efectivamente, no se han desarrollado medidas de protección a las víctimas de la violencia machista. La jerarquía confunde el poder de Dios con su propio poder de influir. Pero hay personas clarividentes dentro de la Iglesia que lo están denunciando, como Teresa Forcades.

El libro ‘Cásate y sé sumisa’ se ha convertido en un éxito de ventas. ¿Cree que ese mandato de sumisión femenina impera en el discurso hegemónico de la Iglesia católica?

Se podían haber ahorrado ese libro. Ni me molesto en contestar. No vamos a discutir tonterías. Es un intento desesperado de querer salvar lo que ven amenazado: sienten que con el papa Francisco, todo se les va de las manos. El pensamiento único aparentemente da seguridad. Vendes tu libre conciencia a cambio de esa falsa seguridad.

¿Qué espera del papa Francisco?

Está en nuestra línea, de desmontar artificios innecesarios, abriendo camino para que el Evangelio pueda leerse con mayor claridad; bienvenido sea. Pero no soy mitómana. Es una voz como la nuestra, sólo que desde el altavoz del Vaticano suena más alto y lejos.

¿Aboga por que las mujeres que se topen con discursos machistas en las Iglesias vivan su fe sin intermediarios o en espacios alternativos?

Eso estamos haciendo. Las mujeres enseñamos, aprendemos teología, historia, biblia, trabajamos en redes solidarias con otras mujeres para conseguir la igualdad, somos críticas como cómo gobiernan los hombres. Pensamos estrategias para desmontar mitos y lenguajes excluyentes. Debatimos sobre ecofeminismo, teología queer (la teología de los márgenes, que reconoce a Dios en los sujetos que desecha la sociedad; negros, homosexuales, transexuales…). Rescatamos la aportación indispensable de mujeres bíblicas, históricas. Por ejemplo, contamos que San Jerónimo, quien tradujo la biblia (representado en una cueva, desnudo con una calavera) contó con un grupo de mujeres del Tridentino que tenían poder (porque los hombres estaban en la guerra) y que fueron un apoyo clave en su trabajo.

Construimos la Iglesia que soñamos. No queremos ser iguales que ellos, no queremos que nos hagan curas ni llegar a papas. No nos interesa. No tendría que haber papa ni Vaticano.