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Amy Goodman

Periodista, investigadora, escritora... Ha demostrado que SÍ es posible la independencia de los medios de comunicación y ha dado voz a lxs excluídxs en los mass media. SIN ELLA NO SE MUEVE EL MUNDO.

Vandana Shiva

Doctora en física, filósofa, activista por la justícia global y la soberanía alimentaria... Ha demostrado que SÍ es posible la producción sostenible y plural de alimentos. SIN ELLA NO SE MUEVE EL MUNDO.

Tawakkul Karman

Periodista, política, activista por los Derechos Humanos... Ha demostrado que SÍ se puede luchar desde el pacifismo por la Revolución política, social y de género en Yemen. SIN ELLA NO SE MUEVE EL MUNDO.

Joumana Haddad

Poeta, traductora... Ha demostrado que SÍ se puede trabajar por la secularización de la sociedad, la libertad sexual y los derechos de las mujeres en Líbano. SIN ELLA NO SE MUEVE EL MUNDO.

Leymah Gbowee

Trabajadora social, responsable del movimiento que pacificó su país en 2003... Ha demostrado que SÍ es posible la Paz en Liberia y que las mujeres son sus constructoras. SIN ELLA NO SE MUEVE EL MUNDO.

Ada Colau

Filósofa de formación y miembra visible de la PAH... Ha demostrado que SÍ es posible hacer frente a la ilegitimidad de las leyes movilizando a la sociedad pacíficamente. SIN ELLA NO SE MUEVE EL MUNDO.

Marama Davidson

Activista por los derechos del pueblo maorí... Ha demostrado que SÍ es posible identificarse con la idea universal de la descolonización del Planeta. SIN ELLA NO SE MUEVE EL MUNDO.

Teresa Forcades

Doctora en salud pública, teóloga... Ha demostrado que SÍ es posible un discurso humanista, feminista y combativo por la justícia social dentro de la Iglesia Católica. SIN ELLA NO SE MUEVE EL MUNDO.

Sheelah McLean, Nina Wilson, Sylvia McAdam y Jessica Gordon

Fundadoras del movimiento Idle No More... Han demostrado que SÍ es posible mobilizar a la sociedad en defensa de los derechos de los pueblos autóctonos en Canadá. SIN ELLAS NO SE MUEVE EL MUNDO.

18 de marzo de 2015

Zanele Muholi: Un trabajo sobre la intimidad de la comunidad LGTBI en Sudáfrica

Artículo publicado en la revista DIAGONAL

Una reconocida activista de la fotografía

Zanele Muholi nació en Durban en 1972. En 2002, cofundó el Forum for the Empowerment of Women (FEW), una organización de lesbianas negras dedicada a ofrecer un espacio seguro a mujeres para reunirse y organizarse. Su primera exposición en solitario fue Visual Sexuality: Only Half the Picture, en Johannesburgo en 2004. Entre los reconocimientos que ha recibido destaca el l Premio Casa África en la Bienal de ­Fotografía de Bamako de 2009 y en 2013 el Príncipe Claus del Ministerio de Cultura holandés.


El continente africano ha sido, durante mucho tiempo, el gran olvidado en la historia de la fotografía. Si, como apuntaba la escritora Susan Sontag, la fotografía aporta una nueva gramática de la visión, para enriquecer el vocabulario fotográfico conocido hasta ahora debemos incorporar las visiones que pueden ofrecernos las fotógrafas africanas, sin caer en los lugares comunes ni en los estereotipos vigentes. Éste es el caso de Zanele Muholi.
La obra de Muholi es, según sus propias palabras, “un trabajo de activismo visual”. Todo su empeño y su lucha se centran en dar visibilidad a la comunidad negra de lesbianas, gays, bisexuales, personas transgénero e intersexuales. Por eso sus imágenes presentan a mujeres negras, lesbianas, suda­fricanas o de otros países, mujeres de toda índole social, y nos muestran una comunidad compuesta por una multiplicidad de identidades. Colocan en primer plano a las protagonistas de las fotografías, mujeres que lo hacen de forma voluntaria y que mantienen una relación de proximidad con la fotógrafa. Son participantes de la vida política, económica y social de sus países respectivos, que viven, que son, pero que, sin embargo, no forman parte de la historia oficial, como denuncia Zanele Muholi.

Las otras

Una de las mayores batallas de ­esta fotógrafa ha sido desafiar la hegemonía reescribiendo una historia visual que todavía sigue ­dominada por una visión etnocéntrica y patriarcal, y que continúa articulándose a través de un pensamiento heteromasculino, etiquetando por tanto a las lesbianas negras como “las otras”.

Esta lucha emprendida por Muholi en relación a la comunidad LGTBI hay que enmarcarla en la realidad que vive la sociedad sudafricana postapartheid a la que pertenece la artista. Una sociedad en mutación y transformación en la que una joven generación, a la que pertenece esta fotógrafa, lucha por subvertir el orden establecido y reclama nuevas formas de representación. Muholi, nacida en un township [asentamientos segregados para personas negras situados fuera de las ciudades o pueblos], de familia trabajadora, siempre ha luchado por vivir como una lesbiana negra en un país que ha pasado de la lucha violenta antiapartheid a la reconciliación con su opresor en la construcción de una transición democrática. Es en esta sociedad en la que ha ido creciendo la artista, lanzándose a la fotografía, realizando un curso en el Market Photo Workshop, una escuela fundada por David Goldblatt a finales de la década de 1980 y que nace en respuesta al apartheid, para formar a jóvenes fotógrafos que ­habían sido excluidos del ciclo tradicional de formación en aquel momento.

Activismo visual

El marco favorable que encuentra en la escuela la empuja a desarrollar su “activismo visual”, a adoptar la fotografía como un impulso, como un acto de militancia que alerta sobre la triple exclusión que soportan las lesbianas negras en Sudá­frica, que deben luchar contra el racismo, el sexismo y el patriarcado. Muholi denuncia, pero sobre todo, y de ahí la fuerza de sus fotografías, no coloca a estas mujeres como víctimas. Al contrario, presenta a cada una de ellas como sujetos plenos, realizando un importante trabajo de documentación, de archivo de la vida de esa multiplicidad de mujeres. Las retrata de forma individual, cada una posando, colocando su identidad diferenciada en primer plano y permitiendo, en última estancia, construir una nueva historia visual de Sudá­frica y del África contemporáneas, al poner en entredicho nociones tales como que la homosexualidad es una sexualidad no africana.
En el conjunto de África sigue persistiendo la idea de que la homosexualidad es una maldición traída por Occidente y muchos paí­ses continúan todavía persiguiéndola. En el caso de Sudáfrica, aunque la Constitución sudafricana de 1996, considerada como una de las más “avanzadas” de África, protege los derechos sexuales, todavía sigue privilegiando un tipo de orientación sexual hetero; mientras que en Occidente, obsesionados con la falsa idea de la “autenticidad africana”, ver el amor de dos mujeres negras entra en contradicción con el imaginario construido.
Pero su trabajo de registro, recopilando las historias de estas mujeres, reescribiendo sus propias experiencias, no se compone únicamente de sus luchas, no sin esfuerzo, sino también y fundamentalmente del amor presente en cada una de ellas. Así, nos abre su vida, comparte con nosotros sus momentos de felicidad y de complicidad, multiplicando los fragmentos de una historia que se escribe día a día.

Registro histórico

Los retratos íntimos de Muholi presentan el cuerpo negro femenino de una manera sincera e impactante, poniendo al descubierto la multiplicidad de identidades y sexualidades humanas. Sus trabajos Indawo Yami, Faces and Phases y Being, realizados entre 2006 y 2014 y dentro del que se encuentran las fotografías que acompañan este reportaje, recogen retratos en blanco y negro de la comunidad LGTBI de Sudáfrica y crea un registro histórico de una parte de la población que permanecía oculta. Su obra expone las contra­dicciones existentes entre las políticas de Estado sudafricanas progresistas respecto a la comunidad LGTBI y el contexto de agresión homofóbica que vive el país a diario.

15 de marzo de 2015

Sophie Smailes: Negociando y navegando mi cuerpo gordo

Artículo publicado en la revista Athenea Digital

En este artículo interactúo con la autoetnografía feminista como forma de aproximación al fenómeno cultural de ser una mujer “gorda”. La autoetnografía feminista es un enfoque profundo y comprometido, que logra poner de relieve la colonización de espacios y discursos. El proceso destaca la coexistencia y la exposición de “yoes” líquidos vulnerables – cuestionando nociones de un yo, que es una “identidad” cuidadosamente contenida y controlada. El proceso crítico de la autoetnografía feminista se entrelaza con bibliografía sobre investigación feminista, feminismos, autoetnografía, estudios críticos sobre la gordura e interseccionalidad. Un punto clave de esta investigación es el proceso reflexivo de investigar las experiencias de ser una “mujer gorda” y como yo (y mi discurso) “resisto[imos] a las normas sociales e institucionales que frecuentemente prescriben la investigación” y “promocionan voces de mujeres y experiencias únicas" (Averett, Soper, 2011, p. 371-372).


8 de marzo de 2015

La revolución feminista venezolana explicada por Lidia Falcón

Publicado en el diario Público en su columna La verdad es siempre revolucionaria

Los días 5, 6 y 7 de marzo 4.000 mujeres se encontraron en el teatro de la Escuela Militar de Caracas, donde Hugo Chávez estudió, para celebrar el Congreso Venezolano de las Mujeres, de nivel nacional.


Desde noviembre de 2014, el Ministerio del Poder Popular de la Mujer, con su ministra Andreína Tarazón y sus viceministras se ocupa de todas las áreas que afectan a la vida de las mujeres: la formación política y profesional, el trabajo, la salud, la reproducción, comenzaron la ingente tarea de convocar a todas las organizaciones de mujeres del país para debatir los temas que deseaban ser analizados y discutidos en el Congreso.


Treinta mil mujeres participaron en esos trabajos a lo largo y ancho de una nación, que tiene un millón de kilómetros cuadrados. Treinta mil mujeres de todos los estados de la República, de todas las organizaciones feministas, que fueron reuniéndose con las máximas responsables del Ministerio del Poder Popular de la Mujer semana tras semana durante cuatro meses, para decidir los temas que interesaba que se estudiaran en el Congreso, y las Mesas y Talleres que deberían analizarlos durante las sesiones a fin de plantear y aprobar las conclusiones que deberán hacerse ley en la próxima legislatura.


Como nos explicó ayer la Ministra Andreína Tarazón, se tuvieron en cuenta las especificidades de todas las clases de mujeres: desde las niñas a las ancianas, de las esposas, de las madres, de las hijas, de las solteras, las trabajadoras asalariadas y las amas de casa, las discapacitadas, las lesbianas y las heterosexuales, y sus necesidades.


A este Congreso se arriba tras siete años de trabajo del Ministerio del Poder Popular de la Mujer, creado a raíz de aquella histórica declaración de Hugo Chávez de que sin las mujeres era imposible construir el socialismo y el énfasis con que aseguró que él era feminista. Durante este periodo de tiempo el Gobierno bolivariano ha logrado las mayores transformaciones que se han producido en Venezuela en toda su historia a favor de las mujeres y de los trabajadores de todas las clases. No solo se ha invertido en los avances sociales y en el reparto de la riqueza más que ningún otro país de Latinoamérica, como ratifica la ONU, y se ha erradicado el hambre como afirma la FAO, y se ha declarado a Venezuela libre de analfabetismo como asegura la UNESCO, sino que se ha llevado a cabo una ingente movilización de las mujeres articulándolas en más de 600 organizaciones autónomas en todo este gran país, pertenecientes a diversas tendencias ideológicas, defensoras de distintas causas y situadas en otras tantas ciudades y estados.


Por ello se llama el Ministerio del Poder Popular de la Mujer. Durante los últimos años este organismo ha convocado a las Voceras de Género de los Consejos Comunales en reuniones que se han repetido hasta tres veces al año, para que plantearan las demandas que tenían pendientes de resolver. Y el año pasado se creó el Consejo Presidencial de las Mujeres, que se reúne con el Presidente y le entrega las reclamaciones y las soluciones que consideran que se deben implantar, y que son vinculantes para la Presidencia.


Esta ingente labor llevada a cabo por una inteligente, preparada y preciosa Ministra de 27 años Andreína Tarazón y sus colaboradoras, igualmente integradas en la labor feminista, como la Viceministra Rebeca Madriz encargada del área de Formación y Participación Política que viene de la militancia en el Movimiento Feminista, y las otras Viceministras, Yekuana Martínez y Dulce Medina,  así como la Presidenta del Banco Bicentenario, ha dado su fruto más granado en el Congreso que acabamos de concluir.


Durante los tres días de las sesiones hemos asistido a los vibrantes discursos de la Ministra, de la Viceministra Rebeca Madriz, del Ministro de Educación Héctor Rodríguez y de la diputada y veterana luchadora feminista, discípula de Chávez, María León, la Leona como la llaman. Y hemos visto a la histórica dirigente indígena Noeli Pocaterra.


Es imposible transmitir en unas pocas líneas el entusiasmo que ha dominado a las asistentes al Congreso. Difícilmente se podía soportar el ruido de 4.000 gargantas gritando enfebrecidas ante las palabras de los oradores cuando se mencionaba al Comandante Hugo Chávez y al Presidente Maduro, al Padre de la Patria Simón Bolívar y a los llamamientos a defender Venezuela de la agresión imperialista. El paroxismo llegaba cuando se mencionaba la Revolución Bolivariana. Porque todas las participantes, y muchas más que no estaban en la Escuela Militar, saben que sin la revolución todas las conquistas alcanzadas serán abolidas por la derecha oligárquica entregada al imperialismo de EEUU.


Las mujeres han logrado que se erradique la pobreza extrema que las atenazaba desde la dictadura,  y bajo los gobiernos llamados democráticos de la IV República, en un 66%, que en la actualidad se limita a un residual 5%, como ha reconocido la FAO. Las Cámaras legislativas han aprobado La Ley por una Vida libre de Violencia para las Mujeres, que es la mejor del mundo, y a raíz de la cual se han creado Policía especializada, juzgados y fiscalías, la Defensoría de la Mujer y casas de abrigo.


Las mujeres solteras con hijos, las más pobres, las desempleadas, las discapacitadas han sido las principales beneficiarias de las 600.000 viviendas que el Gobierno bolivariano ha construido en sus mandatos. El sistema de salud público universal y gratuito, atendido por miles de médicos cubanos que se entregan a su trabajo en los pueblos y las ciudades más apartados, conviviendo con los vecinos, a veces en sus mismas chabolas mientras se construyen los centros de salud, donde acaban residiendo y atendiendo 24 horas diarias a los enfermos. Las Misiones, el Plan Mamá Rosa, ha ido superando en los barrios, en las comunas, en los Consejos Comunales, las injustas desigualdades económicas que mantenían a las clases trabajadoras en la pobreza secular, mientras una clase privilegiada se apropiaba de la mayoría de la riqueza del país.


La participación política de las mujeres ha crecido exponencialmente con su masiva participación en los Consejos Comunales, y es evidente que la preparación que muestran las voceras de esos Consejos es infinitamente superior a la que poseen tantas de nuestras dirigentes feministas. Sobre todo porque se definen y se defienden como revolucionarias, porque quieren hacer la revolución socialista y feminista sin pedir perdón por ello, sino enormemente orgullosas de poder proclamarlo en voz alta porque se saben respaldadas, impulsadas y protegidas por el Gobierno bolivariano.


Las conclusiones aprobadas en 24 mesas de trabajo que llamaron talleres, sobre todas las áreas que afectan a la vida de las mujeres y del avance revolucionario del proceso venezolano, son extraordinarias. Imposible en un artículo explicar las exigencias y realizaciones que se han aprobado en decenas de resoluciones sobre salud, educación, vivienda, asistencia social, formación política, violencia, interrupción voluntaria del embarazo, protección a las madres, trabajo doméstico y trabajo asalariado, igualdad salarial, pensiones para las amas de casa y para la vejez, las jóvenes, las afroamericanas, las indígenas, derechos para las lesbianas y las transexuales, cultura política y cultura feminista. Y en este breve resumen no cabe aún el índice del memorable e histórico documento, que son las conclusiones del Congreso Venezolano de las Mujeres, que acaba de concluir con unos parlamentos emocionantes de las invitadas internacionales.


Nadie que no haya escuchado los enardecedores y vibrantes discursos de Mariela Castro, la hija de Raúl Castro y Vilma Espín de Cuba, Piedad Córdoba, la diputada y negociadora del proceso de paz de Colombia, Xiomara Castro de Celaya, la legítima presidenta de Honduras después del golpe de Estado que secuestró y deportó a su marido el Presidente Zelaya, las representantes de Puerto Rico, Paraguay, Líbano, República Dominicana, Maite Mola de España, la dirigente de la Marcha Mundial de las Mujeres de Brasil, la invitada especial del partido Syriza de Grecia y la de Ecuador, Paola Pabón, que fueron acogidas con estruendosas ovaciones y delirantes muestras de entusiasmo, sabiendo lo que es alegría, fuerza, lucha y victoria, como gritaron ininterrumpidamente. Las mujeres que ayer subieron al estrado forman parte de la vanguardia del Movimiento Feminista mundial, y su energía es incomparable con el decaimiento y la pusilanimidad  que abate a muchas de nuestras feministas españolas. Porque aquellas saben que se juegan la vida y la supervivencia en esta lucha a muerte entre el capital y el imperio y las mujeres y los trabajadores.


Después de este evento, que he tenido la fortuna de presenciar, difícilmente se puede dudar del triunfo de la revolución feminista en Venezuela en el marco de la revolución bolivariana que comenzó con Hugo Chávez.

Por supuesto, para desesperación de la oposición de derechas, que querría ver destruidos los avances del pueblo y seguir disfrutando de la inmensa riqueza petrolera del país, al servicio del imperialismo estadounidense. Pero después de asistir a ese Congreso, las pocas esperanzas que debe abrigar esa llamada oposición de la MUD de reconquistar el poder, que las abandone, porque como siempre el pueblo venezolano, y en la vanguardia sus mujeres, están dispuestos a luchar hasta la muerte por defender la Patria, la Independencia, la Libertad y el Socialismo que se les había negado hasta la revolución bolivariana.


Digan lo que digan los medios de comunicación de la derecha venezolana y española, hagan lo que hagan los esbirros del capital y los agentes de la CIA introducidos en el seno de la sociedad, como gritaron ayer hasta la ronquera las mujeres y los hombres que estábamos allí, esos: los capitalistas, los oligarcas, los latifundistas, los policías asesinos, los paramilitares y los marines estadounidenses, esos, NO VOLVERÁN.