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30 de junio de 2013

Hannah Arendt y la banalidad del mal

Reproducimos más abajo el artículo de Rocío de la Villa, profesora de Estética y Teoría de las Artes -UAM-, fundadora de  MAV y editora de  m-arte y cultura visual, publicado en la web MUJERES EN EL SISTEMA DEL ARTE EN ESPAÑA, con motivo del reciente estreno de la película HANNAH ARENDT, de la directora de cine germana Margareth von Trotta. El film relata la asistencia de la filósofa alemana -de orígen judío- en calidad de periodista al juicio celebrado en Israel contra el nazi Adolph Eichmann, acusado de crímenes contra la Humanidad cometidos durante la Segunda Guerra Mundial contra el pueblo judío. Los artículos que escribió posteriormente sobre sus conclusiones y puntos de vista acerca de la figura del teniente coronel de las SS, o más bien sobre su comportamiento, fueron objecto de una gran polémica: la época y los, relativamente recientes, acontecimientos históricos, le hicieron muy difícil a la filósofa intentar explicar a sus contemporáne@s que la banalización del mal es la razón por la cual se pueden cometer atrocidades contra otros seres humanos en nombre de la ley y sin mostrar signos de arrepentimiento. Tal y como la filósofa expresó "entender no es perdonar"


 

En la primera escena en la que aparece Hannah Arendt la vemos fumando, en un travelling que va desde la mesa del despacho al diván, y la protagonista no dejará de fumar siempre que pueda a lo largo del film. La filósofa piensa fumando y conforme avanza la trama esos momentos de reflexión son más emocionantes. ¿Puede ser un biopic de un filósofo emocionante, incluso aunque se trate de una de las filósofas más importantes del siglo XX (junto a Zambrano, Simone de Beauvoir y Judith Butler)?

Para celebrar la importancia del pensamiento y la actitud de Hannah Arendt (1906-1975), la cineasta feminista Margarethe von Trotta ha elegido el periodo en que la filósofa se vio envuelta en una polémica que alcanzó niveles mediáticos y por la que perdió algunos de sus amigos de toda la vida. Trama que proporciona a esta cinta el suspense de un thriller. La polémica surgió a raíz de sus artículos publicados en la revista The New Yorker, tras haber asistido en 1961 al juicio en Jerusalén del nazi Adolph Eichmann, el único entre los cargos de cierta responsabilidad que no había sido acusado en Nuremberg. Ya antes de comenzar el juicio, Eichmann es demonizado. Sin embargo, lo que descubre la filósofa alemana y judía es un nobody, un burócrata leal a las leyes del nazismo, que ejecuta sin pensar. La prestigiosa autora de Los orígenes del totalitarismo (1951), a la sazón entonces profesora invitada en la Universidad de Princeton, llega a ver en Eichmann el ejemplo y la explicación de la “banalidad del mal”, característica del nazismo y de todo totalitarismo: si Eichmann sigue sin arrepentirse, la causa es que es incapaz de pensar por sí mismo. Esta negación del pensamiento en el ser humano sería lo que el totalitarismo niega en opresores y oprimidos. Y definitivamente, ejercer el pensamiento es la postura personal que Arendt defiende frente a sus detractores prosemitas y sionistas hasta el final. 

Es difícil minimizar la actualidad del tema tratado, ¿acaso no es ese cumplimiento burocrático lo que siguen alegando corredores de bolsa y empleados de empresas de evaluación e inversión –tal como se mostraba en las declaraciones en el film Capitalismo: una historia de amor de Michael Moore y de vez en cuando todavía en nuestra tv-, que han provocado la mayor crisis económica conocida en Occidente, con la consecuente pobreza, sufrimiento y pérdida de derechos y de dignidad que arrastramos hasta hoy? Según declaraciones de von Trotta, con ocasión de la retrospectiva que se le ha dedicado en el XV festival de cine alemán celebrado en Madrid, “Si Hannah Arendt levantase la cabeza, seguramente no estaría nada contenta con Angela Merkel: al igual que sufrió con el Holocausto, lo haría también con el totalitarismo económico alemán”.

Fruto de años de investigación, releyendo diarios, cartas y con el testimonio de los ya pocos superviviente próximos a la pensadora, la película minimiza la relación de la joven filósofa con su maestro Martin Heidegger, aquí ridiculizado, aunque normalmente sea todavía esta relación la que sigue lastrando la importancia de la figura de Hannah Arendt entre los círculos misóginos de filósofos. Arendt aparece como una mujer fuerte y valiente, muy consciente de su valía y de su obligación como brillante enseñante e intelectual, sarcástica y sensible con sus amigos, siempre fiel al amor. Un papel interpretado a la perfección por la actriz Barbara Sukowa.

Con esta película, Margareth von Trotta (Berlín, 1942), directora pionera en el grupo del Nuevo cine alemán (Schlöndorff, Fassbinder, Herzog y Wenders), llega al culmen –hasta el momento- de una trayectoria en la que abundan las semblanzas biográficas, la última que pudimos ver aquí Visión. De la vida de Hildegard de Bingen (2009). Como la propia Hannah Arendt, que escribió biografías de la ilustrada Rahel Varnhagen: vida de una mujer judía y la revolucionaria Rosa Luxemburgo, Margareth von Trotta ha dedicado su cine a honrar mujeres célebres y anónimas, como El honor perdido de Katharina Blum (1975), en donde una mujer es acusada injustamente de terrorismo y destruida por el aparato del Estado; El segundo despertar de Christa Klages (1977), sobre una mujer que atraca un banco para mantener su guardería. Y en sus filmes más populares: Las hermanas alemanas (1981) y la propia Rosa Luxemburgo (1986).



Margareth von Trotta, Hannah Arendt, 2012. Estreno en España: a partir del 21 de junio 2013.
Fuente fotografía http://meganrolph.wordpress.com/tag/hannah-arendt/

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