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10 de abril de 2013

Las coletillas del neomachismo

En los últimos años vemos un fortalecimiento de una serie de discursos machistas que relativizan y avalan de forma explícita o sutil las desigualdades de género y la violencia hacia las mujeres y las sexualidades no normativas. Desde los clásicos posicionamientos públicos de altos mandatarios de la jerarquía eclesiástica en contra del matrimonio homo­­sexual, el aborto o los anti­con­­­­ceptivos, hasta las declaraciones de diputados como Toni Cantó contra la Ley de Violencia de Género, esgrimiendo la falacia de que la mayoría de las denuncias son falsas.

Esta nueva ola de discursos machistas se inserta en un contexto de feminización de la pobreza y endurecimiento del capitalismo con importantes recortes en las políticas de igualdad. Los análisis feministas también coinciden en que estos discursos sociales del machismo son reacciones a las políticas de igualdad (Ley del Aborto, Ley de Violencia de Género, Ley del Matrimonio entre personas del mismo sexo, etc.), sobre todo, constituyen toda una una respuesta social a un cambio en las relaciones de género que, gracias a los movimientos feministas, ha conllevado mayores cuotas de igualdad/libertad para las mujeres.

Entre las respuestas organizadas, destacan los movimientos de hombres supuestamente afectados por las leyes de género. Las diferentes asociaciones que forman Federgen, junto a los grupos de hombres divorciados y por la custodia compartida, dan cuenta del modo en que el patriarcado se rearticula en un contexto de crisis capitalista y de inestabilidad de los vínculos familiares tradicionales. Nuevos mitos, como el de las denuncias falsas por violencia de género, o el síndrome de alienación parental, “toda una respuesta neomachista al abordaje penal de la violencia”, como afirma la psicóloga Fátima Urzanqui, se unen a los viejos discursos sobre violencia machista.

Por otro lado, las plataformas católicas y/o de derechas han acuñado el concepto “ideología de género” para referirse a una supuesta ofensiva que desbinarizaría a la población (diluyendo la “natural” división entre hombres y mujeres), atacaría a la heterosexualidad, amenazaría la familia nuclear y destruiría los valores “legítimos” (católicos). Según la presentación del I Congreso Internacional de Ideo­logía de Género, celebrado en Navarra en 2011, la categoría de género si bien “en su origen remitía a la base biológica de la diferencia sexuada, progresivamente corre el riesgo de suplantar dicha base, hasta llegar a abolirla”.

En este sentido, está teniendo lugar un intento de apropiación del concepto “feminismo” para desactivar su connotación subversiva y asociarlo a una acrítica e insípida “igualdad” de derechos y oportunidades que no tiene en consideración las relaciones de poder generizadas ni la organización heteropatriarcal de las sociedades. Un ejemplo: la plataforma Otro Feminismo Es Posible, que pretende conformarse como una suerte de “feminismo verdadero” pro-igualdad frente a lo que denominan “feminismo radical” y/o hembrista, el cual abarcaría desde las mujeres de la izquierda y centroizquierda institucional hasta teóricas y académicas feministas pasando por activistas feministas de toda índole (asociadas, participantes en ONG, autónomas...).

Agresiones virtuales

Por otro lado, en la esfera virtual se hallan no sólo discursos claramente machistas y de condescendencia y trivialización de la opresión, sino también una serie de agresiones virtuales más o menos organizadas (mensajes descalificadores y humillantes y amenazas de agresiones físicas y sexuales) hacia mujeres feministas que tienen una importante actividad política en la red. En este sentido, casos como el acoso sufrido por Anita Sarkeesian en EE UU, a raíz de su proyecto Feminist Frequency o, en el contexto español, por Alicia Murillo desde el sitio Forocoches, han abierto el debate sobre cómo afrontar los “cíberataques” y cómo desarrollar nuevas estrategias desde los feminismos.

Como dice la artista y activista Lucía Egaña, estos nuevos ataques revisten un carácter endémico y transfronterizo, además de una indudable dimensión simbó­lica pues ocupan un lugar privilegiado en el terreno de la representación. Todo ello, junto a los nuevos canales de comunicación, son elementos que tener en cuenta para llevar a cabo acciones de respuesta contundentes y efectivas.

De este modo, el activismo feminista, organizado o no, está tomando la red, llevando a cabo acciones en el ciberespacio y reapropiándose de la tecnología: en Facebook y Twitter se ha dado una actividad espontánea, rápida y colectiva de condena a actuaciones machistas como, por ejemplo, las declaraciones de Toni Cantó, la elección del nuevo papa, señalado por misógino y homófobo, o los ataques y acosos a las feministas. Una feminista en-red-ada hace un llamado y la autodenominada “manada” acude y se generan solidaridades inmediatas. Textos, imágenes, hastags (HT) en Twitter, “escraches” en los muros, vídeos, etc., son los soportes de las respuestas. La generación de las etiquetas #Somosmanada, #FeministaEnRed, #FeministaEnTwi­tter (y la apropiación de hastags ya existentes para lanzar el mensaje deseado) se combinan con proyectos como el de memes femi­nistas. Los memes, a través de la combinación de imágenes fácilmente reconocibles para el imaginario colectivo y frases generalmente humorísticas, facilitan el acceso a la teoría crítica feminista y constituyen una alternativa creativa a todo el humor sexista que circula por la red.

Algunas referencias en vídeo

En el contexto anglosajón, el proyecto videoblogger Feminist Frequency, de la crítica Anita Sarkeesian, realiza, a través del vídeo, una lectura crítica de los medios de masas y de las representaciones de las mujeres en las narrativas de la cultura pop. En su canal de YouTube algunas entradas están subtituladas al castellano. En Colombia, las Féminas Festivas tienen un proyecto de radionovela feminista que difunden a través de su blog. Por aquí destaca el proyecto El cazador cazado de Alicia Murillo, quien, con la cámara de su teléfono móvil, graba vídeos en los que interpela a los “piropeadores” (acosadores callejeros) y posteriormente los sube a la red. También gracias a estas herramientas se pudo dar una respuesta humorística y potente al acoso que sufrió esta activista y otras mujeres que la apoyaron: el vídeo ‘Parodia; Reivindicando GML (Grupo Masculino de Liberación).

Machismo de izquierdas

¿Qué sucede cuando estos discursos provienen no tanto de la derecha, la Iglesia o la socialdemocracia sino del otro lado del campo de batalla, esto es, de espacios progres, izquierdosos o incluso movimientos sociales supuestamente afines al feminismo? Es el caso de firmas de dudosa credibilidad como Félix Rodrigo Mora o Prado Esteban, que asocian el movimiento feminista al fomento del capitalismo y la explotación, llegando a identificar feminicidio con el “exterminio de mujeres” que, según ellos, realiza el feminismo.

En internet, también son frecuentes los troles bienpensantes, políticamente correctos o “buenistas”. Bajo el recurrente, “te hablo desde el respeto”, se cubren las espaldas ante una posible respuesta feminista contundente, que habitualmente es identificada como ataque, insulto o, en el caso que no se le dedique toda la energía y tiempo que ellos exigen, cobardía. Niegan las relaciones de poder y dominación patriarcales pre-existentes: “Todos somos iguales”, “Yo no me fijo en el género sino en la persona”, “Quiero la armonía entre los sexos”. Habitualmente atacan a algunas feministas con los términos “radical”, “hembrista” o “extremista” y afirman que ellas llevan a cabo un machismo a la inversa.
Artículo publicado en la revista digital DIAGONAL 
Fuente imágenes: 


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